miércoles, 28 de abril de 2010

Confesiones.

Me ahoga la ropa que he robado de las arcas patriarcales. Y esta casa que no es mía ni de nadie se encoge conmigo dentro de los cajones, con un gran candado confiscando el menor de mis pecados. No es que no quiera ser pecador; es que el pecado me ha devorado como un histérico devora sus secretos.

Una tarde me hablaba el Otoño, que ya estaba cansado de marrones y alopecia y le propuse que nos fugásemos de esta ciudad que nos mata. Al final el avión me dejó solo en una ciudad que no entendía ni quería comprender(me), con un fajo de billetes con los que limpiarme los mocos y la vergüenza, las ganas de no volver, las ganas de no volver a estar. Al final me pudieron las fuerzas. La ciudad me devoró los sesos y me dejó ciego, para no volver a ver el camino hacia ella.

Yo, con mis años, con la nada que llevo guardada en los bolsillos, con las conciencias aupadas a la espalda, con los sacrificios de una vida que nunca gana, observo mis músculos, mis articulaciones, el amarillo de mis dedos. Y solo veo un color muy oscuro, casi negro, que cubre mis párpados, mis tinieblas y se engancha de mis legañas, resbalando por mi sucia boca hasta llegar a las llamas del averno. Allí prende como una cerilla, como el alma de los desesperados.


Confieso que ya nada me asusta.

4 comentarios:

Lys dijo...

"el avión me dejó solo en una ciudad que no entendía ni quería comprender(me)".

Por suerte (y por desgracia), sé lo que es eso...
Me gusta cómo escribes.

Saludos.

Logos, vectores y viceversa dijo...

En más de una ocasión he propuesto que nos fuguemos por estar cansada de la alopecia otoñal perenne. Casi siempre se ríen de mí. Si no te asusta nada podríamos fugarnos juntos.

Emilia S dijo...

Hola,

Estimado blogger, visité tu blog y está excelente, me encantaría enlazarte en mis 2 sitios webs.

Y por mi parte te pediría un enlace hacia mi web y asi beneficiar ambos blogs con mas visitas.

Espero tu Respuesta a munekitacat@gmail.com

Un cordial saludo

Catherine Mejia

Sergio dijo...

parís te devoró
y se llevó
mi brazo.

no espero nada,
una culpa densa,
un ramo roto.

podría yo volar-te ahora.