jueves, 24 de enero de 2008

Tú que no eres tú.

Eres luz. Eres hojas secas. Eres suelo, eres viento, eres agua. Te mueves con la brisa y te vienes con el tiempo. Te arrastran las palabras que te encuentras por la calle. Coleccionas miradas de desconocidos. Besos de antaño. Besos que robaste una noche con sabor a humo. Eres estrella de la marina mercante. Eres la página dieciocho de mi libro favorito. Lees más allá de mis pasos. Anhelas caricias y manos en la cafetería. Buscas consuelo en el chocolate y apoyo en la música. No existes. No eres nadie. No tienes padre ni madre, ni amigos ni profesores. No tienes vida porque no existes.

Y sin embargo no desapareces de mis ideas.

Y tú, que no eres tú, sino una imagen turbia que alimenta mi pecado, aquí me espera.

Aquí te espero.

Hay siempre un sentimiento muerto en un corazón roto

Anoche volviste a salir. Decidiste que dejabas el alcohol, las drogas y el sexo, empezaste una vida abstemia, sana y sin resaca. Querías ahorrar para comprarte un equipo de música, para comprarte algo de ropa nueva. Querías cambiar tu imagen de chico estrafalario y volver a ser un tipo normal, que no llama la atención y que saca buenas notas. Pero anoche volviste a salir, volviste a pedir cervezas a cuenta de gente sin alma buscando un hueco donde vaciarse, donde dejar sus penas, sus lagrimas y su semen.

Ya no vuelvo a beber.

Suena el teléfono. Decides no cojerlo a pesar de que el sonido es, si cabe, más estridente de lo que suele ser. Te quedas dormido con el sonido de la tele de fondo, Pressing Catch, ese teatro, esa pantomima en la que hombres fornidos hacen como que se pelean y se hacen daño. Una burda farsa. Como tu propia vida.

Porque tu antes tenías una vida, una vida real, una vida con dinero, familia, cariño en su justa medida, amistades e incluso bienes materiales no propios, obviamente. ¿Y ahora? Ahora lo que tienes es un armario repleto de ropa, cajones llenos de preservativos, ropa interior y estanterías vacías de besos. Y dos libros de los que no te separas. Cien años de Soledad. Mítologías del Mundo. El primero te llamó la atención hace muchos años, te impresionó esa facilidad para poder escribir que tenía el autor. El segundo no es más que un recuerdo de otras épocas pasadas en las que tu falta de fé te hicieron fuerte defensor de religiones antiguas y falsas, pero que sin embargo, te entretenían más que un hombre que anda sobre las aguas.

Ahora te miras al espejo y encuentras unos ojos caídos, manos secas y nariz con capilares finos, indicio de tu alcoholemia y de tu falta de coraje. Ahora quieres ver Amelie y romper tus ojos.

Ya no recuerdas cuando fue la última vez que lloraste.

domingo, 20 de enero de 2008

Que me busquen entre las sábanas.

Amaneces(que no es poco) cubierto por una basta capa de ropa. Ese no es tu cuarto, ni tu cama, y ni mucho menos eso que llevas puesto es un pijama, sino la ropa con la que ayer saliste, con la que ayer te perdiste. Y te das cuenta que no recuerdas lo vivido. Prefieres no recordar las noches en las q te mata el Mundo y sangras cerveza y cigarrillos, en las que las caídas al suelo y las lágrimas son cosa constante.

Te levantas y sales por la puerta como un extraño, esperando una voz que te pida explicaciones o por lo menos que te insulte, para sentirte vivo de nuevo. Pero nada.

Sales a la calle, atestada de gente para ser un martes por la mañana, y te das cuenta q la gente te mira. No es algo raro, estás acostumbrado a que la gente se de la vuelta y te mire, te observe y te despedace, porque siempre fuiste una persona rara.

La gente te decía que eras atractivo, incluso guapo, pero nunca te gustaron los piropos a la cara, te hacían sentir muy incómodo, y los que tu madre te releía de parte de sus amigas no valían porque podían ser inventados por una madre paranoica que pensaba en depresiones precoces en su hijo de 24 años. Y eso te hundía un poco más.

Pero la gente te miraba y eso era indiscutible, por esa razón tus ojos siempre miraban al suelo y andabas encorvado cual bastón de paseo.

Por esa razón te vendías en las noches por cuatro copas. Para sentirte vivo.

martes, 15 de enero de 2008

Simplemente soy

Nunca haces nada bonito por mí ¿no te has planteado por qué??

Pues no.
No sé, no es algo típico de mí.

¿El qué?

Hacer cosas bonitas por la gente.
Símplemente soy.

Aprobecha hoy que mañana te dolerán las piernas.

Ruido. Mucho ruido. Mi calle amanece llena de ruido. Obras, ambulancias, voces, pitidos, gritos, coches, motos, vendedores, puertas, escaparates, ventanas, risas, cafés, churros con chocolate, magdalenas y cigarrillos. La gente vive en un estado de estrés y prisas; todos arrastrados por una vorágine de puntualidad nunca cumplida que envejece la piel y agrieta las manos.

Vivimos en una época en la que esto se soluciona con una sesión de spa, masajes, baños turcos, baños en chocolate, tés, incienso y viajes espirituales en tres sesiones rápidas y cómodas de yoga a domicilio. Una vida rápida servida por un dependiente acnéico con redecilla al pelo.

Pues oiga usted, que se pare el Mundo, que yo me bajo.

Bicicleta en mano pretendo robarle tiempo al mismo día y plantarme en la calle. Aparco la bici. Y ando despacio, observando, tanteando, dejándome ver, leyendo las baldosas, los chicles pegados al suelo, las colillas. Comprar un libro, el que sea y sentarme al sol con un café. Que me llamen el intelectual y reir ante semajante barbaridad. Fumar siempre es bonito con unas gafas de sol, un churro en la mesa y una conversacion introspectiva de mi vida.

A veces recuerdo cuando no me gustaba tomar café.

Entonces otras cosas eran diferentes. Y me gustaba mirar al futuro.

sábado, 12 de enero de 2008

Adiós muy buenas...

Y dormíamos tan juntos que amanecíamos siameses...

Y pasabamos tantas horas juntos que nos importaba bien poco que la gente nos mirase(porque la gente nos miraba). No era normal en una ciudad como ésta que una pareja de hombres se besara y caminaran agarrados de la mano. Eso no estaba bien visto. Pero a nosotros nos importaba bien poco.

Pasábamos horas delante de un café charlando sobre temas de distinta dimensión. Nos gustaba escuchar una y otra vez canciones que nos recordaban momentos que nos recordaban canciones. almost lover. beautiful. Goodbye my lover. Esas canciones que en algún momento escuchamos mientras paseabamos por el sol escuchando el mp3. Tú te ponías el auricular izquierdo. Yo el derecho. Era una manía. A pesar de que tu oido bueno era el derecho.


Y un día todo aquello cambió. Un día decidiste que estabas ocupado. Un día dejaste de hablar. Un día decidiste que querías ponerte el auricular derecho.


Pasaron meses y me llegaron noticias de que habías encontrado el amor de tu vida. Dejaste a todos tus amigos, cambiaste de ciudad, te centraste en la carrera( un milagro viniendo de ti), te pusiste a trabajar, creo, en una empresa de secretario. y tu amor se volvió hembra. Increíble pero cierto. Ahora tu madre por fin era feliz. Tantas veces que te dijera que no le gustaba mi compañia para ti. Le diste al final la razón.


Yo sigo aquí. Sentado fumándome un cigarro, planteándome dejar de nuevo esta carrera que me trae loco, queriendo trabajar, queriendo tener un coche, queriendo encontrar a alguien q tape tu hueco, queriendo saber qué es la vida, queriendo queriendo queriendo...



Pero jamás encontré a nadie que quisiera dejarme su auricular derecho.

viernes, 11 de enero de 2008

Azul en las manos

Pues bien, hoy he decidido que como el aburrimiento se apodera de mis minutos me hacía algo de esto para poder escribir, que quieras que no siempre ayuda. La verdad que siempre he admirado a la gente que es capaz de escribir, pero mucho más a la gente que sabe hacerlo. El simple hecho de saber unir unas letras con otras, de formar palabras, destrozar frases es algo que siempre admiré.




Y ahora me asomo a la ventana y está lloviendo. Lleva todo el día gris, como los ánimos.



Definitívamente no salgo. Un cine solo nunca me ha atraído,es más, siempre me pareció triste y deprimente. Ahora comprendo que hay gente que está sola. Siempre pensé que había que tener mucho coraje para hacer ese tipo de cosas. Que la gente está un poco loca. Yo hablo solo, de hecho estoy hablandole a la lluvia, q empapa mis manos, mis manos q se vuelven de colores. Rojas con el frío que no existe en Sevilla. Azules con el hielo q no existe en sevilla. Marrones con el barro q se forma en mis pies. Colores tristes y apagados.


Siempre tuve unas manos feas....