miércoles, 18 de marzo de 2009

El silencio es el fin.

Debes parar cuando encuentras la callada por respuesta. Debes parar cuando el silencio se pasea entre tú y yo, cuando el silencio rompe ventanas. Debes dejar de chillar cuando ves que me tapo los oídos, cuando cierro los ojos con fuerza esperando que al abrirlos hayas desaparecido. No debes agarrarme del brazo e intentar retenerme. No debes. No voy a salir corriendo, ni voy a pegarte. No voy a cerrar más la puerta de un portazo. Tu puerta ya no es mi puerta, tu puerta ya no da a mi calle. Cuando oyes los pasos alejándose por el pasillo y no te escuchan, es el final. Cuando has dejado de oirlos, eso es el final.

Quédate con esto, tú que no entiendes. Quédate con mi mirada, con mis ojos rotos, con la arena que traje de la calle pegada en el zapato, con mi camiseta. Con el tabaco que me fumaste, con las canciones que ya nunca jamás escucharé.

¿Y ves esta baldosa? ¿esta línea del suelo? De aquí para allá he sido tú y yo, todo aquello ha sido nuestro. Para acá lo que queda lo camino solo, sin nada más en las manos que mi propio corazón.

Ahí te quedas, compañero.

3 comentarios:

Sergio dijo...

econtrarás en el silencio, si lo estudias detenidamente, infinitos nuevos comienzos.

ánimo, petit.

Mariano Guillén dijo...

hola señorito

Anónimo dijo...

El silencio es un tránsito y siempre es mejor que la mudez.