domingo, 20 de enero de 2008

Que me busquen entre las sábanas.

Amaneces(que no es poco) cubierto por una basta capa de ropa. Ese no es tu cuarto, ni tu cama, y ni mucho menos eso que llevas puesto es un pijama, sino la ropa con la que ayer saliste, con la que ayer te perdiste. Y te das cuenta que no recuerdas lo vivido. Prefieres no recordar las noches en las q te mata el Mundo y sangras cerveza y cigarrillos, en las que las caídas al suelo y las lágrimas son cosa constante.

Te levantas y sales por la puerta como un extraño, esperando una voz que te pida explicaciones o por lo menos que te insulte, para sentirte vivo de nuevo. Pero nada.

Sales a la calle, atestada de gente para ser un martes por la mañana, y te das cuenta q la gente te mira. No es algo raro, estás acostumbrado a que la gente se de la vuelta y te mire, te observe y te despedace, porque siempre fuiste una persona rara.

La gente te decía que eras atractivo, incluso guapo, pero nunca te gustaron los piropos a la cara, te hacían sentir muy incómodo, y los que tu madre te releía de parte de sus amigas no valían porque podían ser inventados por una madre paranoica que pensaba en depresiones precoces en su hijo de 24 años. Y eso te hundía un poco más.

Pero la gente te miraba y eso era indiscutible, por esa razón tus ojos siempre miraban al suelo y andabas encorvado cual bastón de paseo.

Por esa razón te vendías en las noches por cuatro copas. Para sentirte vivo.

1 comentario:

Ophelia dijo...

crudo y directo...odioso mundo inquisidor, en incisivo... mordaz a morir... asqueroso...

gracias... me alegra mucho que te haya gustado... me anima mucho en esta epoca de crisis... =)

un beso!