martes, 20 de abril de 2010

El zurullo que me devoró.

Alegría. Alboroto. Y otro perrito piloto. Pero a mí que me devoren las moscas, que no las aparte tu lengua rabiosa, que ya no puedo. Mi sueño es dormir y derramar ríos de carmín y ácido por mis muñecas. O que sea algodón de azúcar, que arañe mis años, mis uñas, mis ñus. Pero que sea pronto.

Me
vuelvo
loco
en
mis
paredes.

Pero mi casa está bajo esta tierra seca, agrietada, dura como la losa de mármol que cubre tu boca y no me deja salir al pasillo, a fumarme mis tres días de resurrección.

Hoy es poco, mañana será púrpura y rojo, amigo de lo ajeno. Más ajeno que amigo. Más tierra en los ojos que camino de violetas.

Así que se pudran sus entrañas y después ya hablaremos de negocios, camarada.






Y así es como deben terminar los cuentos. O tú o yo.

3 comentarios:

Lys dijo...

Tu rabia me ha sentado bien.
La canción, también.

Jimena Quiroz dijo...

sabe bien tu locura

Anónimo dijo...

grande.. nacho vega.s!